Mujeres sentadas en los recovecos del tiempo
en los rincones tiernos de la edad
Mujeres sometidas a la corrosión
de las miradas ácidas
de las amenazas susurradas
y rugidas
Mujeres de tierra y agua
palpitantes al primer silbido
de Adán
Los manzanos han desviado sus promesas
y las carretillas ya no toman
los senderos que llevan a los prados
Las cimas veladas se callan
para escuchar las águilas calvas que se afilan el pico
y las hormigas han detenido la caravana en la cresta de
las dunas doradas
Mujeres de cáñamo y hierbas locas
sometidas y vencidas a la primera sonrisa
de la creación
Mujeres de palmeras y fuentes
acorraladas en el golfo de las habladurías
los juegos infantiles han abandonado a la casada
y en vuestros ojos tiembla el fuego alimentado
por las riñas amorosas
Mujeres sentadas en los laberintos de
la pasión cosechada por los gritos del
parto
Mujeres del ayer, del mañana
sobre la tierra maltratada
y adornada por vuestras manos
siempre quedará en alguna parte
una boca para ensalzaros y gritar
con tozuda esperanza que sois
el canto del mundo no consumado
Mujeres soberanas de los tiempos
antiguos y las conquistas futuras
sobre las olas y en los vientos
Llevadas por las chalupas
de vuestros cuerpos molidos
Un día no quedará en esta tierra
más que un hombre para adoraros y
amaros
Será el guardián del paraíso
Eva vive en Palestina
y en el Sahara se detienen las olas
al pie de una mujer desnuda
armada de una sonrisa para desconcertar
a los agentes de la muerte
En cada mujer comienza el mundo
y lo decís tan tranquilamente
en el tono de los graves susurros
que recuerdo haber aprendido de mi madre
los secretos de vuestra búsqueda
¿Dónde estáis pues mujeres de mis deseos
cascos en la tierra perdidos
fragmentos de silencio y heridas abiertas
a mis ojos de niño vestido sólo de vuestras
promesas? En las hojas de cada árbol que crece
y en el asfalto de las ciudades curtidas
habrá siempre para mí
un nombre de mujer inscrito
para no
perder la esperanza
ESPOSADO
A la memoria de Saïd Mekbel
Esposado
Me llevaron
Ese compadre que abofetean
y lo golpean
con una pistola
en la sien
soy yo
Este poema que lees llorando
Eres tú Y que relees de nuevo
Con el rostro adornado de escupitajos
Soy yo
Siempre eres tú el que rechazas
Y soy yo el que lee
estos versos incandescentes
maniatados en su furor
Basura, canalla, hijo de puta
Así aprenderás a componer poemas malos
para hacer reír a las multitudes
No es justo Pues toma este golpe
y otro más
Y ve a decir a los piojosos de tu calaña
que a los polis les gusta la poesía
armada hasta los dientes
Traducciones de Mireya Porta Arnau
Breve reseña
Hamid Skif nació en Orán, Argelia, en 1951. Poeta, dramaturgo y narrador. En 1968 se unió al renombrado Théâtre de la Mer. En 1978 fue laureado por la obra de teatro Une si tendre enfance. En 1979 publicó una antología de poesía argelina en castellano en España: País de larga pena. Algunas de sus obras son: Nouvelles de la maison du silence, 1986; Poemas del adiós, 1997; La princesa y el clown (novela, 1999), El testamento (teatro), Las escaleras del cielo (ensayos) y Pequeñas historias para hacer reír a un caballo.
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